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segunda-feira, 21 de setembro de 2015

" ... las opiniones publicadas sobre el indulto otorgado a 3.522 presos antes de la visita del Papa Francisco...! Yoani Sánchez


La Generación Y tras las rejas

Con la publicación de la Gaceta Oficial No. 31, muchas han sido las opiniones publicadas sobre el indulto otorgado a 3.522 presos antes de la visita del papa Francisco. La mayoría de las críticas se han dirigido al hecho de que entre los beneficiados no se incluyan condenados por motivaciones políticas. Sin embargo, al repasar la relación de prisioneros a excarcelar, otro elemento salta a la vista.
Al menos 411 de los indultados llevan nombres que comienzan con “i griega”, lo que significa más de un 11 por ciento de la cifra total. Se podría asegurar que se trata de personas que tienen entre 20 y 45 años, pues desde principios de la década del setenta y hasta entrados los años noventa estuvo de moda en Cuba llamar a los hijos con la penúltima letra del abecedario. Estamos en presencia entonces de “el hombre nuevo”, ese ser que nació y creció en una sociedad que se sentía parte de la “utopía”, vivió bajo el subsidio soviético y el excesivo adoctrinamiento ideológico. ¿Cómo es posible que tanta de esa arcilla humana haya terminado tras las rejas?
¿Cómo es posible que tanta de esa arcilla humana haya terminado tras las rejas?
Carne de laboratorio social y piel de prisión, la Generación Y está muy alejada de lo que se proyectó para ella. Le ha tocado vivir un país diferente al que le prometieron, y para sobrevivir en esa jungla ha tenido que hacer todo lo contrario de lo que le enseñaron. Aunque el listado de los presos a liberar no incluye el delito por el que fue juzgado cada uno, es fácil aventurar qué llevó a muchos de esos hombres y mujeres de la utopía a terminar en una celda.
Quizás esté entre ellos Yoandis el que mató una vaca para dar de comer a su familia o Yuniesqui quien robó combustible de la empresa para revenderlo en el mercado ilegal y compensar su bajo salario. ¿Quién sabe si alguna Yordanka a la que la violencia de género le hizo tomar el camino de la venganza marital, se encuentra también en esa relación? ¿O Yusimí, la que aprendió desde pequeña en el solar donde vivía que era mejor golpear primero que golpear dos veces? De pioneritos con pañoletas de colores, pasaron a ser reos de uniforme gris; de la Cuba de los manuales de marxismo cayeron en el país real.
Una generación atrapada por las circunstancias, obligada muchas veces a delinquir, empujada otras a escapar y condenada a las pocas oportunidades. Las 411 familias de estos hijos del experimento cubano estarán por estos días aliviadas de verlos retornar, al igual que los parientes del resto de los indultados. Pero, la sociedad que encontrarán al traspasar las rejas sigue desmintiendo aquella que una vez les explicaron frente a las pizarras y en los matutinos. La cárcel ha sido parte de la alquimia social que les ha tocado.

quarta-feira, 22 de janeiro de 2014

"As viagens não encontraram eco suficiente na Imprensa e nem nos organismos internacionais..." / Yoani Sácnhez

Un año de reforma migratoria y… ¿qué cambió?

Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí
Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí
Esta vez no ha podido entrar a la terminal para verlo partir. Un letrero advierte que al interior del Aeropuerto José Martí sólo pueden acceder los viajeros, no sus acompañantes. Así que le ha dicho adiós en la puerta. Es el segundo hijo que se le marcha desde que hace un año se implementara la Reforma Migratoria. Para ella, como para tantos cubanos, ha sido un año de despedidas.
En los primeros diez meses de 2013 unas 184,787 personas viajaron fuera de la Isla. Muchas de ellas lo hacían por primera vez. Aunque las declaraciones oficiales tratan de desmentir que el país huye, más de la mitad de los viajeros no habían retornado al concluir noviembre. Tampoco hacen falta los números. Basta con que cada uno de nosotros mire a su alrededor para cuantificar las ausencias.
Desde el punto de vista personal y familiar cada viaje puede transformar una vida. Ya sea escapando definitivamente del país donde no se quiere vivir, conociendo lo que existe al otro lado, reencontrando a parientes o simplemente alejándose un tiempo de la rutina cotidiana. La pregunta es si la suma de todas esas metamorfosis individuales sirve para cambiar una nación. La respuesta –como tantas cosas en este mundo- puede ser un “sí” y también un “no”.
En el caso de Cuba, las salidas han actuado en parte como válvula de escape a la inconformidad. El sector más rebelde de la sociedad hizo las maletas para salir un breve o un largo tiempo. El gobierno se aprovechó de eso y además de los beneficios materiales de los viajes, que se concretaron en más remesas enviadas, más artículos de consumo importados y más impuestos aeroportuarios cobrados. La industria sin chimeneas de la migración.
Para los activistas de la sociedad civil que realizaron giras internacionales, la oportunidad fue extraordinaria. Colocar sus voces en escenarios donde antes sólo se escuchaba al oficialismo, ya significó un buen paso adelante. Han podido acercarse a las temáticas que debate el mundo actual y eso les ha ayudado a modernizar enfoques, definir mejor su papel cívico e insertarse en tendencias que trascienden las fronteras nacionales. El resultado no es mágico ni inmediato, pero sí positivo.
Durante todo este tiempo, sin embargo, se le negó a los ex prisioneros de la Primavera Negra viajar fuera del país. También las cifras de exiliados impedidos de entrar en Cuba se mantuvieron con una tendencia al alza. Lamentablemente después de los grandes titulares anunciando el Decreto-Ley 302, estos dramas no encontraron eco suficiente en la prensa ni en los organismos internacionales.
Una buen parte de la población aún no puede costearse un pasaporte. Para todos esos cubanos, la Reforma Migratoria sólo transcurrió en la vida de otros, en las pantallas de la televisión o en las páginas de los periódicos. Coincidentemente es el mismo sector que aún no ha podido sacarse una línea de móvil, hospedarse en un hotel o asomarse siquiera al mercado de casas y autos. Son los cubanos sin pesos convertibles.
Así que 2013 fue una mezcla de maletas, despedidas, retornos, nombres tachados de las agendas telefónicas, suspiros, largas filas a las afueras de los consulados, reencuentros, anuncios de casas en venta para pagar boletos de avión… Un año para partir y un año para quedarse.

segunda-feira, 4 de novembro de 2013

Dos moniedas, dos realidades / Yoani Sánchez / Generación Y

Dos monedas, dos realidades



La señora cuenta las monedas antes de salir de casa: tiene cincuenta y cinco centavos de pesos convertibles. Es el equivalente al salario de toda una jornada laboral y apenas si ocupa una pequeña parte de su bolsillo. Ya sabe qué va a comprar… lo mismo de siempre. Tiene para dos cuadritos concentrados de sopa con sabor a pollo y para un jabón de baño. De manera que ocho horas de trabajo le servirán sólo para darle gusto al arroz y lograr un poco de espuma en el baño. Pertenece a esa Cuba que aún calcula cada precio a partir de la moneda nacional, a una parte del país que carece de remesas, privilegios, familiares en el extranjero, negocios privados o entradas ilegales.
Justo antes de llegar a la tienda para comprar sus cubitos Maggi, se queda mirando a los que toman cerveza en la cafetería. Cada lata de esa refrescante bebida equivale a dos jornadas de trabajo. Sin embargo el lugar esta lleno, abarrotado de parejas o grupos de hombres que hablan alto, beben, degustan algún entremés. Es la otra Cuba, con moneda fuerte, con parientes en el extranjero, con empresas por cuenta propia o alguna entrada económica ilícita. El abismo entre ambas es tal, el divorcio tan mayúsculo que parecen discurrir sin tocarse. Tienen miedos propios, sueños diferentes.
Cuando esta semana se anunció el principio de un cronograma para erradicar la dualidad monetaria, los dos países que convergen en esta Isla reaccionaron de forma diferente. La Cuba que sólo vive de sus mísero salario sintió que al fin se le empezaba a poner fecha final a una injusticia. Son aquellos que no pueden siquiera imprimir una foto del día de su cumpleaños, costearse un taxi colectivo ni imaginarse viajando a ningún lado. Para ellos, todo proceso de unificación de las monedas sólo entraña esperanzas, pues ya no podrían estar peor que ahora. El otro país en pesos convertibles recibió la noticia con mayor cautela. ¿A cuánto quedará la relación cambiaria con el dólar o el euro? ¿Cuánto se devaluará el poder adquisitivo de los que hoy viven mejor?… pensó con pragmatismo.
En una sociedad donde los abismos sociales son cada vez más insondables y las desigualdades económicas se acrecientan, ninguna medida ayuda a todos, ninguna flexibilización le haca la vida mejor a cada cual. Veinte años de esquizofrenia monetaria han creado también dos hemisferios, dos mundos. Habrá que ver si un simple cambio de billetes podrá aproximar esos dos países que están incluidos en nuestra realidad, acercar esas dos dimensiones. Lograr que la señora que come -casi siempre- arroz con cuadrito de sopa, pueda un día sentarse en la cafetería y pedir una cerveza.

quarta-feira, 20 de março de 2013

Crônica de Yoani Sánchez /// Visita ao México


Picante, picante

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México no permite medias tintas, no admite que nos quedemos indemnes. Es cómo el picante en la lengua, el tequila en la garganta y el sol en los ojos. Cinco días en la tierra de la serpiente emplumada y me ha costado subirme al avión, porque unos deseos intensos me halaban para quedarme explorando una realidad subyugante y compleja. He visto edificios modernos a pocos metros de las ruinas del Templo Mayor; embotellamientos tremendos en las calles, mientras por las aceras algunos caminan con la calma de quien no tiene ninguna prisa por llegar. También he comprobado que la Catrina de calavera sonriente, alterna sin problemas con los tapices de colores vivos en medio del gentío de La Ciudadela. Con su risotada sarcástica, la pamela emplumada y el costillar afuera, me retaba. Alguien me dio a probar una golosina y era intensamente dulce, con azúcar espolvoreada; pero después mordí un tamal y la “patada” del chili en mi paladar me hizo soltar unas lágrimas. México no permite sentimientos tibios, lo amas o lo amas.
Así que rodeada de contrastes empecé mi periplo azteca. De Puebla al DF, encontrando amigos y visitando varias redacciones de periódicos, emisoras de radio y –sobre todo- hablando con muchos, muchos colegas periodistas. He querido saber de primera mano las satisfacciones y los riesgos de ejercer la profesión de informador en esta sociedad y he encontrado una gran cantidad de profesionales preocupados, pero trabajando. Gente que se juega la vida –especialmente al norte del país- por reportar, gente que cree al igual que yo en la necesidad de una prensa libre, responsable y apegada a la realidad. He aprendido de ellos. También me he perdido en el entramado de timbiriches y kioscos del centro de la ciudad y he sentido allí el pulso de la vida. Una vida que ya percibía desde el aire antes de aterrizar, cuando en la madrugada del sábado observé el gran hormiguero que es la Ciudad de México –las muchas ciudades que contiene- en plena ebullición, a pesar de ser tan temprano.
Por momento tuve la impresión de estar viviendo un fragmento de la novela Los detectives Salvajes de Roberto Bolaño. Pero yo no buscaba -como los protagonistas de ese libro- a una poetisa de culto, extraviada en el olvido. Yo en realidad trataba de mirar y de hallar a mi propio país a través de los ojos de los mexicanos. Y lo encontré. Un Isla reinterpretada y múltiple, pero cercana; que levanta pasiones por doquier y que tampoco deja indemne a nadie. Un amigo me preguntó antes de irme ¿Cómo sientes a México? No lo pensé mucho: picante –le respondí- como el picante que provoca una sacudida en todo el cuerpo y saca las lágrimas de placer y tormento. ¿Y Cuba? –insistió- ¿Cómo la sientes?… Cuba, Cuba es agridulce…
        

domingo, 3 de março de 2013

El viejo acto de repudio // Yoani Sánchez


El viejo acto de repudio

Quizás ustedes no lo saben –porque no todo se cuenta en un blog- pero el primer acto de repudio que vi en mi vida fue cuando sólo tenía cinco años. El revuelo en el solar llamó la atención de las dos niñas que éramos mi hermana y yo. Nos asomamos a la reja del estrecho pasillo para mirar hacia el piso de abajo. La gente gritaba y levantaba el puño alrededor de la puerta de una vecina. Con tan poca edad no tenía la menor idea de qué pasaba. Es más, ahora cuando rememoro lo ocurrido apenas tengo el recuerdo del frío de la baranda entre mis dedos y un destello muy breve de los que vociferaban. Años después pude armar aquel calidoscopio de evocaciones infantiles y supe que había sido testigo de la violencia desatada contra quienes querían emigrar por el puerto del Mariel.
Pues bien, desde aquel entonces he vivido de cerca varios actos de repudio. Ya sea como víctima, observadora o periodista… nunca –vale la pena aclararlo- como victimaria. Recuerdo uno especialmente violento que experimenté junto a las Damas de Blanco, donde las hordas de la intolerancia nos escupieron, empujaron y hasta halaron los pelos. Pero lo de anoche, fue inédito para mi. El piquete de extremistas que impidió la proyección del filme de Dado Galvao en Feria de Santana, era algo más que una suma de adeptos incondicionales al gobierno cubano. Todos tenían, por ejemplo, el mismo documento -impreso en colores- con una sarta de mentiras sobre mi persona, tan maniqueas como fáciles de rebatir en una simple conversación. Repetían un guión idéntico y manido, sin tener la menor intención de escuchar la réplica que yo pudiera darles. Gritaban, interrumpían, en un momento se pusieron violentos y de vez en cuando lanzaban un coro de consignas de esas que ya no se dicen ni en Cuba.
Sin embargo, con la ayuda del Senador Eduardo Suplicy y la calma ante las adversidades que me caracteriza, logramos comenzar a hablar. Resumen: sólo sabían chillar y repetir las mismas frases, como autómatas programados. ¡Así que la reunión fue de lo más interesante! Ellos tenían las venas del cuello hinchadas, yo esbozaba una sonrisa. Ellos me hacían ataques personales, yo llevaba la discusión al plano de Cuba que siempre será más importante que esta humilde servidora. Ellos querían lincharme, yo conversar. Ellos respondían a órdenes, yo soy un alma libre. Al final de la noche me sentía como después de una batalla contra los demonios del mismo extremismo que atizó los actos de repudio de aquel año ochenta en Cuba. La diferencia es que esta vez yo conocía el mecanismo que fomenta estas actitudes, yo podía ver el largo brazo que los mueve desde la Plaza de la Revolución en La Habana.
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quinta-feira, 31 de janeiro de 2013

"...una vecina me regaló un amuleto para el viaje y cierto amigo anotó su número de zapato para que le traiga un par..."


¿Cómo serán?

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El Sexto ha dicho que hará un grafiti sobre mi maleta; una vecina me regaló un amuleto para el viaje y cierto amigo anotó su número de zapato para que le traiga un par. Me despiden aunque todavía no me voy. Ni siquiera tengo fecha de vuelo. Pero algo ha cambiado para mí desde el pasado 14 de enero en que entró en vigor la Reforma Migratoria anunciada en octubre pasado. Después de aguardar por 24 horas a las afueras del Departamento de Inmigración y Extranjería (DIE), supe que finalmente me expedirían un nuevo pasaporte. Con veinte “tarjetas blancas” negadas en menos de cinco años, confieso que estaba más escéptica que esperanzada. Aún ahora, sólo creeré que lo he logrado cuando me vea dentro de un avión que levante vuelo.
Ha sido una larga batalla llevada a cabo por muchos. Un prolongado camino reclamando que la entrada y salida de nuestro país sea un derecho inalienable, no una dádiva que se otorga. Aunque las flexibilizaciones que ha traído el Decreto-Ley No. 302 resultan insuficientes, ni siquiera esas se hubieran logrado de habernos quedado con los brazos cruzados. No son el fruto de un gesto magnánimo, sino el resultado de las denuncias sistemáticas que se hicieron contra el absurdo migratorio.
De ahí mi intención de seguir “empujando los límites” de la reforma, experimentar en carne propia hasta donde llega realmente la voluntad de cambio. Para traspasar las fronteras nacionales no haré ninguna concesión. Si no puede viajar la Yoani Sánchez que soy, no pienso metamorfosearme en otra persona para alcanzarlo. Una vez en el extranjero tampoco disfrazaré mi opinión para que me dejen “volver a salir” o para complacer ciertos oídos, ni me acogeré al silencio por aquello de que me pueden negar el retorno. Diré lo que pienso de mi país y de la ausencia de libertades que padecemos los cubanos. Ningún pasaporte va a funcionar para mí como tapabocas, ningún viaje como señuelo.
Aclarados esos pormenores, preparo el cronograma de mi estancia fuera de Cuba. Espero poder participar en innumerables eventos que me hagan crecer profesional y cívicamente, responder preguntas, aclarar parte de las campañas de difamación que se han levantado en mi contra… y en mi ausencia. Visitaré aquellos lugares a los que una vez me invitaron, pero la voluntad de unos pocos no me dejó llegar; navegaré como una obsesa por Internet y volveré a subir algunas montañas que dejé de ver hace casi diez años. Pero lo que más me apasiona es que voy a conocer a mucho de ustedes, mis lectores. Ya tengo los primeros síntomas de esa ansiedad: el hormigueo en el estómago que provoca la cercanía de lo desconocido y el despertar en medio de la madrugada preguntándome cómo serán sus rostros, sus voces. ¿Y yo? ¿Seré como ustedes me imaginaron?
       

sexta-feira, 9 de novembro de 2012

Agradecimento a milhões de pessoas e a bilhões de neurônios .... /// Yoani Sánchez


¿De quién es el cerebro?

Foto tomada de http://globedia.com/blue-brain-project-cerebro-computarizado
Foto tomada de http://globedia.com/blue-brain-project-cerebro-computarizado
Mientras el Gran Culpable
se alberga tras la sabia protección de la frente.
Defensa del miocardio inocente
Rubén Martínez Villena
Mi familia reclama para sí este amasijo de neuronas, reforzado con los cuidados que me prodigó cuando niña. La maestra que me enseñó a leer exige su crédito por aquellas conexiones que ayudaron a unir pensamiento y lenguaje. Cada uno de mis amigos también podría demandar su parte, su trozo de un lóbulo o de otro, por las satisfacciones y los disgustos que han inscrito sobre sus frágiles circunvoluciones. Hasta el niño que cruzó frente a mis ojos, sólo un segundo, tendría derecho a una porción de mi corteza cerebral, pues a su paso grabó un diminuto recuerdo en mi memoria.
Todos los libros que he leído, los helados que he tomado, los besos dados con frialdad o con pasión, los filmes que he visto, el café mañanero y la gritería de los vecinos… a ellos les pertenece una porción de esta masa gris que llevo tras la frente. Al gato que ronronea y clava las uñas, al policía que vigila y suena el silbato, a la funcionaria que se ajusta el uniforme militar y dice “no”, al profesor mediocre que escribe “geografia“ sin acento y al conferencista brillante cuyas palabras parecen abrir puertas, desplegar ventanas. A ellos debería entregarles –una a una- mis células corticales, ya que en ellas lograron hacer marcas indelebles. Mis axones tendría que distribuirlos entre millones de personas, vivas o muertas, a las que conocí o simplemente escuché en una nota musical o a través de sus versos.
Ahora bien, según el decreto ley 302 que regula también los viajes de profesionales al extranjero, mi propio cerebro –como le ocurre al resto de los graduados universitarios- no me pertenece. Los pliegues y los surcos de este órgano son propiedad –según la nueva legalidad- de un sistema educativo que se ufana de su gratuidad para después cobrarnos con la propiedad sobre nuestro intelecto. Las autoridades que regulan la posibilidad salir de esta Isla, creen que un ciudadano calificado es un simple conglomerado de materia encefálica “formada” por el Estado. Pero reclamar los derechos de uso de una mente humana es como querer ponerle puertas al mar… grilletes a cada neurona.

quinta-feira, 6 de setembro de 2012

Generacion Y /// Yoani Sánchez

Generacion Y

Del kerosene a la electricidad

Imagen tomada de http://www.eateraz.com/
Imagen tomada de http://www.eateraz.com/
La cocina ya no huele a kerosene ni las paredes están negras por el hollín ni se necesita alcohol para “calentar” el reverbero. Ya el solar no se despierta con el ruido de la válvula de aire con la que avivaba la lumbre y la alergia de la señora no se revuelve por la peste a combustible requemado. Ya por la pequeña ventana no sale un humo gris y la comida no queda con ese lejano sabor a carburante. Ya no hay miedo de quedarse dormido y que las llamas trepen por la madera de la puerta. Ya no…
Ahora, el problema es la factura eléctrica. La olla arrocera que le dieron hace ya cinco años y que ha debido reparar una docena de veces. La hornilla que le entregaron en aquellos días de la llamada Revolución Energética y que parece tragarse vorazmente los kilovatios. El refrigerador chino con el que le sustituyeron su viejo Frigidaire… y que se pasa más horas descongelado que congelado. En fin, ahora la gran preocupación surge de la excesiva factura de letras azuladas que le ponen por debajo de la puerta.
Si antes se le iba el día en buscar el combustible, ahora se le va la pensión en los altos costos de la electricidad. Cuando utiliza la hornilla y el calentador de agua al menos tres veces a la semana, ya sabe que deberá destinar el 80 % de su jubilación para costear el gasto de energía. Ha pasado de una dificultad angustiosa a otra desesperante. Cambió el techo lleno de tizne por varios días al mes sin servicio eléctrico por falta de pago. Antes podía quejarse, blasfemar, gritarle a la hornilla, clamar a los cuatro vientos porque aquel maldito fogón la tenía muy cansada. Ahora ya no, porque todo esto ha sido “idea del Comandante”, un “programa del Comandante”.

terça-feira, 15 de maio de 2012

Salir de la inercia ?a la izquierda o a la derecha? / Yoany Sánchez


Salir de la inercia ¿a la izquierda o a la derecha?

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Todavía no tenía edad para ir a la escuela y estaba en ese parque que los vecinos de la zona llaman de “Carlos III”, aunque los mapas insistan en rotular como de “Carlos Marx”. Mi hermana y yo jugábamos en la fuente seca y saltábamos de un banco a otro. En un momento miramos hacia la sede de la logia Masónica que hace esquina en la calle Belascoaín y el globo terráqueo sobre su azotea echaba un humo gris, se incendiaba lentamente frente a nuestro ojos. Recuerdo que le gritamos a mi padre “¡Papi, el mundo se quema!” y los tres corrimos hacia el custodio del edificio para decírselo. En pocos minutos llegaron los bomberos y desde ese día no volvió a girar aquella reproducción del planeta, su mecanismo rotatorio dejó de funcionar… durante décadas.
En ese mismo parque de mi infancia, el Observatorio Crítico realizó el sábado un encuentro en solidaridad con el movimiento mundial de los indignados. Horas antes de que llegaran los convocados, las inmediaciones habían sido tomadas por la policía política y también por guardias uniformados. Varios activistas y periodistas resultaron detenidos antes de llegar y conducidos hacia barrios distantes para que no participaran. El evento se sucedió finalmente, aunque marcado por la premura y por la baja asistencia. No obstante, pudieron desplegar un par de carteles anticapitalistas, tomarse algunas fotos y recordar en la distancia una corriente de inconformidad que sacude países como España, Inglaterra y Estados Unidos. Los asistentes cantaron la Internacional y algunos habituales del lugar descubrieron -sólo entonces- el rostro del autor de El Capital cincelado en aquel muro. Quince minutos después ya el #12MGlobal terminaba en La Habana y los chiquillos volvían a hacer suya la fuente vacía, los bancos y el busto en relieve de un hombre nacido en la Alemania de 1818. En la noche, el noticiero estelar reportaría las protestas en Londres y Madrid mientras guardaba silencio sobre la demostración en territorio nacional.
A pesar del limitado número de asistentes y del estrecho margen ideológico de la convocatoria, lo ocurrido es algo enriquecedor para la sociedad civil cubana. El sectarismo oficial no distingue entre inconformes de izquierdas o de derechas, sospecha de todos los que osen criticarlo sin importarle mucho cuál es su filiación. En las oficinas de la Seguridad del Estado le tienen un expediente abierto tanto a José Daniel Ferrer como a Pedro Campos, le siguen la pista con sospecha a la Unión Patriótica de Cuba y también al Observatorio Crítico. Para un totalitarismo, no importa si sus disidentes dicen abrazar la misma doctrina de los manuales otrora oficiales, basta con criticar para ir a parar al mismo saco de los enemigos. Este país varado en la inercia política necesita echar a andar, le urge emprender el sendero de la pluralidad y la democracia. Como esa bola del mundo en la esquina de Carlos III y Belascoaín, Cuba debe comenzar a moverse. Quizás en un primer momento gire hacia la izquierda o hacia la derecha, dé algunos tumbos u oscile hasta encontrar su propio ritmo. Pero desde ahora nadie puede imponerle una sola dirección, nadie tiene derecho a atenazarla en un solo camino.
bola_del_mundo

sexta-feira, 27 de abril de 2012

? Por qué José Daniel ? / Yoany Sánchez

¿Por qué José Daniel?

José Daniel Ferrer
José Daniel Ferrer
Sabía que irían a por él. Cuando hablé por primera vez -vía telefónica- con José Daniel Ferrer, me percaté enseguida de su excepcionalidad. Poco tiempo después conversamos alrededor de la mesa de nuestra casa y aquella impresión se confirmó aún más. Mientras afuera se hacía de noche, el hombre de Palmarito del Cauto nos narró los años vividos en prisión desde la Primavera Negra de 2003 hasta mediados de 2011. Los golpes, las denuncias, los reos que lo llamaban con respeto “el político” y también los carceleros que trataban de doblegarlo por la fuerza. Pasamos horas oyendo aquellas anécdotas, a veces de horror y otras de verdadero milagro. Como cuando logró esconder de las requisas un pequeño radio que fue su posesión más preciada hasta que él mismo lo hizo añicos contra el piso, segundos antes de que un oficial se lo decomisara.
José Daniel, el líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), es hoy el principal dolor de cabeza de la Seguridad del Estado en el Oriente del país. Ocupa ese lugar –admirable pero peligrosísimo- en parte porque cada palabra suya proyecta honestidad y determinación. Campechano, joven, conciliador, ha logrado avivar un movimiento disidente que languidecía entre la represión y el exilio de una parte de sus miembros. Su poder de convocatoria y el respeto que le tienen muchos, brota también de su perseverancia y especialmente de que se muestra más presto al abrazo que a la desconfianza. Se ha convertido en un hombre-puente entre varios proyectos ciudadanos y eso lo hace ahora mismo una afilada piedra dentro de la bota del gobierno cubano.
Desde hace 23 días este santiaguero incansable está detenido. Ya no puede moverse por las carreteras empinadas que conectan los municipios de su región, ni responder entrevistas, ni enviar desde su móvil mensajes a Twitter. El lunes pasado se declaró en huelga de hambre en el cuartel policial donde lo mantienen incomunicado. A su esposa Belkis Cantillo todavía no le han informado cuánto tiempo más pasará arrestado ni tampoco si le presentarán cargos legales. Algunos amigos tenemos un mal presentimiento. José Daniel Ferrer ha llegado a tener una capacidad de convocatoria que asusta a las autoridades cubanas y lo castigarán duramente por eso. Le temen, porque puede lograr que el título de “ciudad heroica” de Santiago de Cuba, cobre un nuevo sentido en estos tiempos.

domingo, 8 de abril de 2012

Escuelitas y escuelitas... / Yoany Sánchez

Escuelitas y escuelitas

Niños cubanos cantan “Somos pioneros del comunismo, seremos como el Ché” al iniciar hoy el curso escolar – REUTERS/Desmond Boylan (Imagen y leyenda de la imagen tomadas de http://www.noticias24.com)
Niños cubanos cantan “Somos pioneros del comunismo, seremos como el Ché” al iniciar hoy el curso escolar – REUTERS/Desmond Boylan. (Imagen y leyenda de la imagen tomadas de http://www.noticias24.com)
La semana pasada encontré en la calle a un amigo italiano que vive en Cuba desde casi una década. Se me ocurrió preguntarle por sus hijos, dos adolescentes que nacieron en Milán pero ahora crecen en La Habana. “Ahí los tengo, en la escuela francesa” me confirmó sonriente. En un primer momento no entendí por qué había optado por aquella enseñanza francófona, pero él me lo aclaró. “¿Y qué quieres, que los mande a la escuela pública? ¡Con lo mala que está la educación aquí!”. Indagando, supe que ellos comparten aula con hijos de diplomáticos, de corresponsales extranjeros y de figuras de nuestra cultura que han contraído matrimonio con algún inmigrante. Por un pago de 5220 CUC (5800 USD) anuales, cada retoño del orondo milanés está bien atendido e instruido.
La primera impresión de aquel encuentro fue que mi amigo exageraba, pero inmediatamente repasé mi propia experiencia como madre de un escolar. Visualicé la cantidad de frazadas de piso, bolsas de detergente y escobas que hemos donado –a lo largo de estos años- para lograr que los pasillos y los baños del colegio estuvieran al menos presentables. En esa lista quedaba también el candado para la puerta del aula que repusimos en varias ocasiones y el ventilador comprado entre todos los padres pues el sofocante calor impedía a los niños mantener la atención. No olvidé tampoco la infinidad de veces que en nuestra casa se imprimieron los exámenes porque en la escuela no había papel, ni tinta, ni una impresora que funcionara. La merienda que tantos mediodías regalamos a los maestros, pues la comida del comedor estaba simplemente impresentable. Evoqué las cartulinas, los tubos de pegamento, las temperas y papeles de colores que también entregamos para el mural al que después le colocarían una imagen de Fidel Castro sonriente y magnánimo.
Sin embargo, decidí no quedarme sólo en el alto costo material de estos años escolares y seguí conectando memorias. Recapitulé sobre aquellos momentos en que se implementaron las llamadas tele-clases que llegaron a cubrir más del 60 % de las horas de enseñanza a través de un televisor. Las magníficas maestras y maestros que decidieron irse a sus casas a pintar uñas, vender café o se reubicaron en el sector del turismo porque la mezcla de alta responsabilidad y bajos salarios les resultaba insoportable. Y también tuve un minuto para los contados profesores de primaria y secundaria que a pesar de todo se quedaron en sus puestos. Enumeré una a una todas las atrocidades dichas a tantos adolescentes por los maestros emergentes (deberían llamarlos maestros instantáneos): desde que la bandera cubana tiene una estrella de cinco puntas por el número de agentes del Ministerio del Interior que guardan prisión en cárceles norteamericanas hasta que Nueva Zelanda está ubicada en el mar Caribe. Reconstruí también la tarde en que una maestra anunció frente a nuestro hijo que muy cerca de allí se realizaba un acto de repudio contra “peligrosos contrarrevolucionarios” y el pequeño Teo tragó en seco, pues sabía que su madre y su padre estaban entre las víctimas de aquel acoso. Desfilaron frente a mis ojos las innumerables ocasiones en que una auxiliar de ropa ajustada y ombligo afuera o un maestro con diente de oro y un águila en el pulóver criticó el pelo largo de los alumnos y no los dejó entrar a clases.
No faltaron, en mi catártica evocación de aquella tarde, las consignas repetidas hasta el cansancio, los matutinos interminables y rutinarios, el culto a la personalidad de unos hombres que aparecen en los libros de historia como salvadores y en los libros de ciencias como científicos. Todo eso me hizo, al final de mi reflexión, comprender el por qué mi amigo italiano prefiere la “escuelita francesa” de La Habana. Pero también supe que sus hijos crecerán con una idea muy diferente de lo que es la educación en esta Isla. Creerán que los luminosos y bien habilitados locales donde reciben cada asignatura, el almuerzo balanceado, la profesora solícita y los materiales escolares de calidad, son características inherentes a nuestros sistema educativo. No descarto que algún día -de regreso a Europa- participen en alguna protesta callejera para que su educación pública se parezca a la nuestra, para que sus hijos gocen de lo que ellos “conocieron” en Cuba.