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quinta-feira, 31 de janeiro de 2013

"...una vecina me regaló un amuleto para el viaje y cierto amigo anotó su número de zapato para que le traiga un par..."


¿Cómo serán?

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El Sexto ha dicho que hará un grafiti sobre mi maleta; una vecina me regaló un amuleto para el viaje y cierto amigo anotó su número de zapato para que le traiga un par. Me despiden aunque todavía no me voy. Ni siquiera tengo fecha de vuelo. Pero algo ha cambiado para mí desde el pasado 14 de enero en que entró en vigor la Reforma Migratoria anunciada en octubre pasado. Después de aguardar por 24 horas a las afueras del Departamento de Inmigración y Extranjería (DIE), supe que finalmente me expedirían un nuevo pasaporte. Con veinte “tarjetas blancas” negadas en menos de cinco años, confieso que estaba más escéptica que esperanzada. Aún ahora, sólo creeré que lo he logrado cuando me vea dentro de un avión que levante vuelo.
Ha sido una larga batalla llevada a cabo por muchos. Un prolongado camino reclamando que la entrada y salida de nuestro país sea un derecho inalienable, no una dádiva que se otorga. Aunque las flexibilizaciones que ha traído el Decreto-Ley No. 302 resultan insuficientes, ni siquiera esas se hubieran logrado de habernos quedado con los brazos cruzados. No son el fruto de un gesto magnánimo, sino el resultado de las denuncias sistemáticas que se hicieron contra el absurdo migratorio.
De ahí mi intención de seguir “empujando los límites” de la reforma, experimentar en carne propia hasta donde llega realmente la voluntad de cambio. Para traspasar las fronteras nacionales no haré ninguna concesión. Si no puede viajar la Yoani Sánchez que soy, no pienso metamorfosearme en otra persona para alcanzarlo. Una vez en el extranjero tampoco disfrazaré mi opinión para que me dejen “volver a salir” o para complacer ciertos oídos, ni me acogeré al silencio por aquello de que me pueden negar el retorno. Diré lo que pienso de mi país y de la ausencia de libertades que padecemos los cubanos. Ningún pasaporte va a funcionar para mí como tapabocas, ningún viaje como señuelo.
Aclarados esos pormenores, preparo el cronograma de mi estancia fuera de Cuba. Espero poder participar en innumerables eventos que me hagan crecer profesional y cívicamente, responder preguntas, aclarar parte de las campañas de difamación que se han levantado en mi contra… y en mi ausencia. Visitaré aquellos lugares a los que una vez me invitaron, pero la voluntad de unos pocos no me dejó llegar; navegaré como una obsesa por Internet y volveré a subir algunas montañas que dejé de ver hace casi diez años. Pero lo que más me apasiona es que voy a conocer a mucho de ustedes, mis lectores. Ya tengo los primeros síntomas de esa ansiedad: el hormigueo en el estómago que provoca la cercanía de lo desconocido y el despertar en medio de la madrugada preguntándome cómo serán sus rostros, sus voces. ¿Y yo? ¿Seré como ustedes me imaginaron?
       

quarta-feira, 7 de novembro de 2012

No más octubre con crisis // Yoani Sánchez


No más octubres con crisis

Imagen tomada de: http://www.radiomiami.us
Imagen tomada de: http://www.radiomiami.us
Mi madre era sólo una niña de cinco años viviendo en una cuartería de Centro Habana y yo apenas un óvulo de los tantos que dormitaban en su vientre. En medio del ajetreo cotidiano y de los primeros síntomas del desabastecimiento que ya se notaba en la sociedad cubana, mi abuela no se percató de cuán cerca estábamos del holocausto en aquel octubre de 1962. La familia percibía la crispación, el triunfalismo y el nerviosismo colectivo de que algo delicado  ocurría, pero jamás llegó a imaginar la gravedad de la situación. Quienes vivieron ese mes tan cruel, lo mismo se comportaban ajenos que cómplices; desinformados que dispuestos  al sacrificio; entusiastas que adocenados.
La llamada Crisis de los Misiles, conocida hacia el interior de Cuba como Crisis de Octubre, tocó de diversas maneras a varias generaciones de cubanos. Si unos recuerdan el terror del momento,  a otros les quedó la constante crispación de la trinchera, la máscara antigás, el susto de la alarma que podía sonar en medio de la noche, la Isla hundiéndose en el mar como metáfora de discursos y de temas musicales. Nada volvió a la normalidad después de aquel octubre. Quienes no lo vivimos en carne propia aún así heredamos su desazón, la fragilidad de estar parados justo en el borde que puede terminar en el abismo.
Quizás lo que más nos llame la atención en estos tiempos es la enorme capacidad de decisión que tuvieron algunos individuos sobre asuntos de tanta trascendencia. Si en un momento de debilidad los soviéticos hubieran cedido a la tentación de dejar el botón rojo cerca del dedo de Fidel Castro, como él hubiera deseado, probablemente nadie pudiera estar leyendo este texto. Es más, este texto ni siquiera existiría. Por suerte, hacer despegar y colocar en el blanco un cohete con carga nuclear es una operación mucho más compleja de lo que nos han hecho creer algunas películas catastrofistas. Sobre todo en 1962, cuando los controles electrónicos necesitaban distribuirse en enormes y laberínticos armarios metálicos acomodados en cabinas herméticas.
Las consignas que se gritaron en las plazas cubanas por aquellos días serían mal vistas por el sentido común que trata de prevalecer en estos comienzos del siglo XXI. Sonarían demasiado irracionales, absurdamente desmedidas… en contra de la vida. Porque cuando las madres europeas acostaban a sus hijos con el temor de que no hubiera un amanecer, en el malecón habanero había comparsas repitiendo el estribillo “Si vienen quedan” y mientras en todo el mundo se calculaba con pesimista exactitud lo que se iba a perder y lo que quedaría en pie, en esta Isla se repetía hasta el cansancio que estábamos dispuestos a desaparecer “antes que consentir en ser esclavos de nadie”. Cuando la URSS decidió retirar los cohetes, la gente irresponsablemente tarareó en las calles: “Nikita, mariquita, lo que se da no se quita”.
Hace apenas unos días,  el propio Fidel Castro retomó algo de esa altanería pueril cuando afirmó en un texto que “nunca pediremos excusa a nadie por lo que hicimos”. Sus palabras intentaron rodear de gloria la actitud intransigente del gobierno cubano durante aquellos días que sacudieron al mundo. Ahora, nos queda al menos como alivio el que este anciano testarudo de 86 años está cada vez  más lejos del botón rojo que desataría el desastre. Cada día se queda más imposibilitado de influir en el derrotero mundial. La crisis de los misiles no volverá a repetirse en esta Isla, por muchos octubres que nos queden por delante.

sábado, 13 de outubro de 2012

Yoani Sánchez e sua prisão..."...esa revisión perseguía el objetivo de dejarme con una sensación de violación, de estupro..."


                                 Rumpelstiltskin

Imagen de Anna-Kafka. Tomada de devianart.com
Rumpelstiltskin, por Anna-Kafka. Tomada de devianart.com
El sudor de aquellas tres mujeres que me metieron en un auto policial aún lo tengo pegado en la piel y bien adentro en las fosas nasales. Grandes, corpulentas, implacables, me llevaron hacia aquel cuarto donde no había ventanas y el deshecho ventilador sólo echaba fresco hacia ellas. Una me miraba con especial sorna. A lo mejor mi rostro le recordaba a alguien en el pasado: una adversaria en la escuela, una madre despótica, una amante perdida. No sé. Lo que sí recuerdo es que, en la tarde del 4 de octubre, su mirada quería destruirme. Fue ella la que hurgó bajo mi saya con mayor deleite, mientras otras dos uniformadas me agarraban para hacerme la “requisa”. Más que buscar algún objeto escondido, esa revisión perseguía el objetivo de dejarme con una sensación de violación, de indefensión, de estupro.
Cada seis horas cambiaban a mis guardianas. En el turno de la medianoche se notaban menos estrictas, pero yo me encerré en mi mutismo y nunca respondí a sus preguntas. Me evadí en mí misma. Opté por decirme: “me han quitado todo, hasta la hebilla para sujetarme la melena, pero –ridículos requisadores- no han podido arrebatarme mi mundo interior”. Así que decidí refugiarme, durante las largas horas de un encierro ilegal, en lo único que tenía: mis recuerdos. La habitación quería parecer ordenada y limpia, pero cada cosa llevaba su dosis de suciedad o rotura. El piso de losas de granito claro venía cubierto de una buena dosis de mugre acumulada. Me quedé mirando las figuras que conformaban las pequeñas piedrecitas fundidas en cada baldosa y los pegotes de suciedad. Después de un rato, de aquella constelación saltaban los rostros. Los personajes afloraban en el suelo tosco de mi calabozo del Departamento de Instrucción de Bayamo.
Allá brotaba el larguirucho semblante del Quijote, mientras en esta esquina alcancé a ver el sencillo perfil del Bobo de Abela. Unos ojos oblicuos, formados con la argamasa y la gravilla, se parecían increíblemente a los de la protagonista del filme Avatar. Yo me reía y mis perennes vigilantes empezaban a creer que mi negativa a probar alimentos o agua me estaba friendo literalmente el cerebro. Atisbé en el irregular granito al Jorobado de Notre Dame y a la esbelta figura de Gandalf, con báculo y todo. Pero por sobre todas aquellas formas que brotaban de tan tosco pavimento había una –más intensa- que parecía brincar y reírse frente a mis ojos. Quizás era el efecto de la sed o el hambre, la verdad es que no sé. Un enano de barba larga y mirada cínica se burlaba pícaramente.
Era Rumpelstiltskin, el protagonista de un cuento infantil donde la reina está obligada a adivinar su complicado nombre o de lo contrario deberá entregar al despótico enano su posesión más preciada: su propio hijo. ¿Qué hacía aquel personaje en medio de mi encierro temporal? ¿Por qué lo veía a él por encima de otras tantas referencias visuales que he acumulado en mi vida? La respuesta la intuí inmediatamente. “Eres Rumpelstiltskin”, le dije en voz alta y mis cancerberas me miraron preocupadas. “Eres Rumpelstiltskin –repetí- y sé cómo te llamas”. “Eres como las dictaduras, que una vez que uno empieza a llamarlas por su nombre, es como si comenzara a destruirlas”.

domingo, 30 de setembro de 2012

Que no vuelvo más... // Yoani Sánchez // ygeneración


Que no vuelvo más…

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Imagen tomada de http://www.verletras.com/
Festivales de Varadero, Girasoles Opina, Bossa Nova en La Habana… un desfile de artistas progresistas y talentosos recorrieron el país en los años sesenta, setenta y ochenta. Yo seguía sus temas más pegajosos e imitaba sus peinados y su ropa. Canturreaba aquello de “Quién le dijo que yo era risa siempre, nunca llanto…”, “Qué será, que será, que andan suspirando por las alcobas”, “Pedro Navaja, las manos siempre dentro del gabán”. Recuerdo que mi hermana se reía de mí y decía que yo tenía “pelo de brasileña” porque mi perfil recordaba a una lámpara de mesa, como el perfil de María Betania y otras tantas divas de aquel momento. ¡Me gustaba tanto esa comparación! Eran tiempos también de ver frecuentemente a Ana Belén y Víctor Manuel en los escenarios nacionales. Hasta “La Negra”, Mercedes Sosa, entonaba “Gracias a la vida” frente a los micrófonos del patio.
Sin embargo, aquellos artistas habituales también dejaron de visitarnos. Algunos fallecieron, otros se desilusionaron por los abusos y excesos de la Revolución y, los más, simplemente dejaron de contar a Cuba entre las plazas imprescindibles en sus itinerarios. De los carteles promocionales donde antes se leía “París, Berlín, New York, Buenos Aires… La Habana”, desapareció la mayor de las Antillas. Pasamos de ser una escala obligatoria para terminar convertidos en el lugar al que sólo venían los convencidos ideológicamente. La política lo tiñó todo, determinó arpegios, tonadas, estribillos. La música fue dividida entre artistas comprometidos con “la causa” y “traidores” que no merecían presentarse ante el público cubano. La última vez que escuché a Joaquín Sabina en un teatro habanero, una amiga se subió al escenario y le estampó un beso en la mejilla. “La caricia del adiós” le llamaríamos más tarde a aquel gesto, pues después no vimos más ni el pelo ni el bombín del andaluz. El personaje (o alter ego) de una de sus historias cantadas diría sobre su viaje a Cuba: “que no vuelvo más, qué no disfruté”.
Los asiduos visitantes de aquellas décadas se sumaron a la lista de otros músicos que nunca más volveríamos a ver en vivo. Así, nos perdimos tanto la boca impúdica de Mick Jagger como el contoneo de Shakira, la excentricidad de Lady Gaga y el suave meneo de Willy Chirino. Hemos crecido sin experimentar directamente la sandunga de Celia Cruz, la luz del escenario cayendo sobre Ricardo Arjona o el barullo de un teatro durante la presentación de Freddie Mercury. Madonna no ha venido a La Habana, Michael Jackson se murió sin pisar suelo cubano y, al ritmo que vamos, varias generaciones de artistas concluirán sus carreras sin jamás haber cantado frente a nosotros. Al menos tuvimos aquí a Juanes, Olga Tañón y Miguel Bosé en aquel inolvidable concierto de 2009.
Ser un ciudadano del siglo XXI no incluye sólo conectarse a Internet, tener derecho a la asociación y a la libre expresión, sino también un contacto cultural y musical acorde con la época. Pero lo que evidencia nuestra cartelera internacional es que nos hemos quedado en el siglo pasado, varados en aquella época en que Milton do Nascimento y Fito Páez cantaban a pocos metros de nosotros.

sábado, 14 de abril de 2012

Cumple-blog / Yoany Sánchez / Generacíon Y

Cumple-Blog

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Un niño de cinco años empieza a ir a la escuela, pero un blog de esa misma edad ha dado ya pasos más osados. Hago hoy un esfuerzo y trato de recordar a la mujer callada y temerosa que fui antes del 9 de abril de 2007 en que creé Generación Y. Sin embargo, no puedo. Se me pierde su rostro, se me diluye entre todos los momentos hermosos y difíciles que he experimentado después de colgar mi primer texto en la web. Ya no logro imaginarme sin este diario accidentado y personal. Tengo la impresión de que siempre, de una u otra manera, estuve escribiendo una bitácora. Cuando el adoctrinamiento y la sinrazón alcanzaban puntos intolerables, mi cabecita infantil glosaba la realidad -al margen- de una forma que nunca hubiera podido decir en voz alta. La adolescente evasiva en que me convertí también seguía haciendo lo mismo: narrándose su cotidianidad, tratando de explicársela e intentando escapar de ella.
Lo cierto es que aquella mañana en que salí de casa para colocar en Internet mi página virtual, nadie podía imaginar cuánto me transformaría con esa acción. Ahora, siempre que me asalta la aprensión de que la policía política cubana es “infalible”, exorcizo ese pensamiento diciéndome que “no lo sabían, ese día no pudieron siquiera intuir que crearía este sitio”. Lo que ocurrió después ya es más que conocido: llegaron los lectores, se adueñaron de este espacio como un ciudadano se apertrecha en una plaza pública; tocaron a mi puerta muchos otrosque querían ayuda para crear sus propios espacios de opinión; aparecieron los primeros ataques y surgieron también los reconocimientos. En el camino se me perdió aquella madre de 32 años que sólo hablaba de “temas complicados” en un susurro, se me extravió la treintañera compulsiva que apenas si sabía debatir o escuchar. Este blog ha sido como experimentar, en el tiempo y en el espacio de una sola vida, una infinidad de existencias paralelas.
Nunca más he podido volver a caminar de incógnita en la calle. Aquel don de la invisibilidad que alardeaba poseer se fue al traste, entre el abrazo de quienes me reconocen y los ojos atentos de quienes me vigilan. He pagado un enorme costo personal y social por estas pequeñas viñetas de la realidad y no obstante, volvería a tomar mi memoria flash, me iría nuevamente al lobby de aquel hotel donde lancé a la gran telaraña mundial mi post inaugural.

quarta-feira, 21 de março de 2012

?Señales? / Yoany Sánchez / Desde Cuba

¿Señales?

karl_marx
Se derrumba la escalera de un edificio en la misma esquina donde se declaró el carácter socialista de la revolución. Un grupo de trece personas desesperadas ocupa la Iglesia de la Caridad en Centro Habana y son sacadas a la fuerza durante la madrugada. La televisión muestra un reportaje sobre los puentes vandalizados por gente que los desmonta para construirse casas. El arzobispado publica una nota en el periódico del Partido Comunista, con un tono que emula al de los editoriales oficiales. La papa sigue apareciendo sólo esporádicamente en las tarimas de los agromercados y aumenta su precio en las redes ilegales. Un músico de hip hop es detenido por protestar contra el trato escolar dado a su hijo y se lleva una foto de Camilo Cienfuegos de la entrada del colegio. El Cardenal hace una alocución en el horario estelar de la programación, en la misma fecha que 55 años antes un joven entraba a la fuerza en una emisora radial.
Hugo Chávez pasa el postoperatorio en Cuba rodeado de secretismo y rumores de una vuelta al Período Especial. Se presenta libro de Fidel Castro con intelectuales latinoamericanos, gastándose en sus miles de ejemplares el papel destinado a la producción anual de toda una editorial. Un médico se declara en huelga de hambre para que le restituyan su derecho a curar pacientes. La “ciberguerra” llega a paroxismos increíbles y maneja las redes sociales sólo como arma de lucha o como enemigo a derrotar. Un hombre con un teléfono móvil filma un incendio y después la policía le confisca el aparato por mostrar “el lado feo de las cosas”. En medio de la batalla informativa contra el secretismo, una periodista arremete contra quienes compran enormes cantidades de galletas y pastas para revenderlas. El invierno le dice adiós a La Habana sin apenas habernos dejado sacar los abrigos. Se anuncia que un cocodrilo exportado ilegalmente regresará a nuestra Isla desde Italia en la misma comitiva donde viajará el Papa.
Y yo me pregunto: ¿Todas estas señales, estos sucesos, son indicios de final o de principio? ¿Nos estamos volviendo todos locos o es sólo ahora que hemos alcanzando la cordura?

segunda-feira, 5 de dezembro de 2011

Etiqueta cantada...

"...En un país donde ganan alcance tanto la blogósfera como la twitósfera alternativas, se ha hecho una reunión sobre Web 2.0 sin invitar a una sola voz fuera de las instituciones. Desconocer la existencia del otro es, cuando menos, infantil; hacer eventos excluyentes para hablar de redes sociales evidencia, como mínimo, un fuerte temor a la diferencia. Quizás entre los asistentes –de cinco continentes– ninguno fue advertido de la parcialidad ideológica del Foro. A lo mejor creyeron que realmente iban a encontrar el amplio abanico de opiniones que se muestra con tanta fuerza en los blogs y sitios sobre temática cubana hechos desde dentro o fuera de la Isla. Sin embargo, lo que hallaron ahí fue un guión bien esquemático, donde la Internet es analizada como arma, trinchera, escudo. Los ya gastados métodos de la confrontación política y el extremismo, ahora recubiertos de un delgado manto de kilobytes."

"Basta leer los 14 puntos resultantes del encuentro, que duró dos días, para concluir que los participantes no fueron allí a ser escuchados sino a recibir orientaciones. Uno de los acuerdos me ha sorprendido especialmente por el autoritarismo que deja al descubierto: aquel donde se orientan loshashtags a usar diariamente en Twitter..."

La Declaración del evento al final de este artículo en Café Fuerte.