La mayoría de los sacerdotes que renuncian lo hacen por amor
POR SERGIO RUBÍN
Esta semana dimitió el obispo Bargalló por un romance. Cada año mil curas dejan los hábitos.
24/06/12
El enamorarse –o, al menos, el deseo de tener una esposa y contar con una familia– es la principal causa de renuncia al sacerdocio en la Argentina y en todo el mundo. Pero, contra la impresión que puede haber en mucha gente, que se está ahora en presencia de un drenaje relevante –y si bien se viene produciendo un ligero aumento–, las defecciones son muy pocas en relación con la cantidad total de curas. Según estudios de organizaciones católicas, cada año alrededor de un millar de sacerdotes dejan los hábitos en los cinco continentes, o sea, apenas el 0,26 por ciento de los más de 400 mil con que cuenta la Iglesia católica.
La cuestión del celibato –o, mejor, de su incumplimiento– volvió a quedar en el tapete esta semana luego de que se conocieron fotos del obispo de Merlo-Moreno y ex presidente de Cáritas Argentina, Fernando Bargalló, con una mujer en una playa mexicana, en situaciones afectuosas. Si bien inicialmente Bargalló negó un romance y dijo que la mujer es “una amiga de la infancia” y, en ese contexto, debían interpretarse las imágenes, finalmente el viernes aceptó el vínculo amoroso ante todos los sacerdotes de su diócesis e inmediatamente fue a la Nunciatura (embajada vaticana) a elevar su renuncia al Papa .
La situación en la que quedó envuelto Fernando Bargalló causó gran revuelo en los medios religiosos, sobre todo por tratarse de un obispo. En los últimos años hubo varios casos resonantes de curas enamorados, pero protagonizados por sacerdotes. Hay que irse 45 años atrás para encontrar un romance que involucró a un obispo: el de Avellaneda, Jerónimo Podestá, pero con características diferentes (ver recuadro). Bargalló gozaba de gran prestigio entre sus pares y, si bien la Iglesia hoy es comprensiva con aquellos curas que se enamoran y solicitan dejar los hábitos, critica con fuerza la “doble vida”.
Los datos que se bajaran en los medios católicos señalan que entre 1964 y 2004 dejaron el ministerio 69.069 sacerdotes (el mayor drenaje fue tras una crisis derivada del Concilio Vaticano II, que terminó en 1965). Mientras que entre 1970 y 2004 volvieron 11.213. Si a ello se computa el millar que se fue cada año entre 2005 y la actualidad, se concluye que la pérdida de sacerdotes en casi 50 años fue de 64.000 (siempre siendo la primera causa alegada el enamoramiento, seguida de una “crisis de fe”). Sin embargo, entidades que agrupan a curas casados dicen que la cifra supera los cien mil .
Con todo, en los medios católicos se acepta que el requisito del celibato para ser sacerdote es un asunto que cada vez se discute más. Si bien las encuestas de opinión muestran en la sociedad en general una opinión muy extendida de que debería ser optativo, no se cuenta con relevamientos entre los propios afectados: los mismos sacerdotes. De todas formas, por no ser un dogma de fe, sino una norma disciplinaria (fue proclamada con vigor por el concilio lateranense del año 1.123 para los sacerdotes de rito latino, no para los del oriental, que pueden casarse), un Papa está facultado para derogarla.
Y aunque suene antipático, el padre Juan Carlos Sack dice en el portal de Internet Catholic.net que “a nadie se le impone el celibato porque nadie está obligado a ser sacerdote”.