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sexta-feira, 17 de fevereiro de 2012

Já são 382 mortos no incêndio da prisão de Honduras...

Nadie debería morir quemado en prisión
Una mujer llora desconsoladamente afuera de la Granja Penal en Comayagua, luego de un mortal incendio.
16 febrero 2012
02:35 PM ET

Nadie debería morir quemado en prisión


(CNN) – En Honduras, más de 380 presos murieron quemados o por asfixiaen una prisión. Uno sólo puede imaginarse los gritos y llantos de aquellos atrapados en sus celdas, cuando nadie pudo encontrar la llave para dejarlos escapar de sus celdas. Uno sólo puede intentar comprender la agonía de los padres, los hijos, los parientes o los amigos de los presos, al ver las imágenes en la televisión, preguntándose si sus seres queridos sobrevivieron o, si es que están muertos, cuánto sufrieron en sus momentos finales.
Esta horrible tragedia en Honduras, un pequeño y empobrecido país de América Central, trae a discusión el tema que ha sido ignorado por demasiado tiempo: las atroces condiciones carcelarias.
En todo el mundo, ya sean países ricos o pobres, mucha de la gente sentenciada a prisión termina viviendo en condiciones indescriptibles. Incluso si asumimos que aquellos en prisión han recibido un juicio justo, nada justifica condenar a los individuos a vivir por debajo de un nivel de decencia humana.
En tiempos normales, son pocos los que se preocupan por la escoria de la sociedad –aquellos que han sido encerrados por haber cometido crímenes. Pero nuestra propia humanidad dice que debemos hacer algo. En el siglo XXI no se puede forzar a los prisioneros a vivir en condiciones medievales.
Las condiciones carcelarias inhumanas se han convertido en la violación de los Derechos Humanos de nuestros tiempos, tema olvidado por quienes hacen mucho ruido sobre la libertad de expresión y la libertad religiosa. Muchos países violan en forma rutinaria los acuerdos internacionales sobre el tratamiento de prisioneros sin que reciban consecuencias. Es tiempo de que esto llegue a su fin.
El trato digno y humano de los prisioneros, incluyendo medidas para la  prevención de incendios, debería convertirse en un requisito para un buen posicionamiento en la comunidad internacional.
Ya sea que este incendio en la prisión comenzara por accidente o haya sido deliberado, la responsabilidad moral y legal de esta tragedia la tienen las autoridades que tenían a cargo guardar y también proteger a los prisioneros, sin importan el crimen cometido.
Honduras tiene una vergonzosa historia de desastres carcelarios, seguidos de promesas de reformas y luego, más desastres. Más de 100 presos murieron en un incendio en el 2004 y 86 perecieron en un motín en 2003.

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