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sábado, 20 de outubro de 2012

Pablo Escobar, el capo colombiano, é modelo de jovens de Havana...


SOCIEDAD

Pablo Escobar, nuevo ídolo de los jóvenes

Su voto: Ninguno (4 votos)
Una serie televisiva sobre la vida del capo colombiana es consumida ávidamente entre los jóvenes habaneros.
Fotograma de 'Pablo Escobar, el Patrón del Mal'. (UVIKATE.NET)
En las calles de La Habana y a través de la "cultura del USB", de mano de millares de jóvenes circula la popular serie colombiana Pablo Escobar, el Patrón del Mal. El narcotraficante, quien también ejerció como político y fue elegido Representante al Congreso de Colombia, es el protagonista del momento. Apodado "el Zar de la cocaína", organizó y financió una extensa red de sicarios, desestabilizó al país y se convirtió en el delincuente más buscado del mundo a comienzos de los 90, hasta ser abatido en Medellín un día de diciembre de 1993.
Para lograr sus fines, Pablo Escobar se valió de una extraña mezcla de violencia, sangre, paternalismo y filantropía. Por un lado, eliminaba sin piedad a sus competidores, ordenaba asesinatos, estimulaba intrigas o conspiraba contra figuras influyentes de la política o el Gobierno. Por otro, regalaba sándwiches a los mendigos, erigía casas para los pobres de Medellín o construía canchas de fútbol para los niños de los tugurios, todo lo cual le proporcionaba un fuerte apoyo popular en los barrios pobres de la ciudad.
A casi veinte años del abatimiento de este carismático "líder social", héroe/antihéroe,  la juventud cubana consume el seriado como fuente de estímulo e inspiración. Ven en este seriado biográfico lo que se anhela en lo más profundo del subconsciente del cubano: dinero, riqueza, poder, influencias políticas y sociales.
De alguna manera, esta euforia por el Capo, resulta ser un espejo absorbente para muchas mentes jóvenes y dispuestas. Éstas observan cómo el personaje  va creciendo, ya sea mediante la ardua negociación o bajo la cruda violencia. Así como se vive, se  palpan  unas ansias por la obtención del  dinero, venga como venga,  sea blanco o sucio.
Sabemos que en Cuba el dinero "es pecado" para los cubanos de a pie. Para los de arriba, el dinero fluyente forma parte de su modus vivendi, y no desean que los del pueblo se apropien de armas y/o herramientas para, finalmente, realizar los propios sueños.
Sin embargo,  este seriado en las calles, en los flash memory, en discos DVD,  pudiera  resultar un factor acumulativo y/o detonante de un futuro cercano. Los jóvenes comienzan a apreciar la "cruda realidad" y a apreciar cómo subvertirla a favor de los más oprimidos. Pueden "ilustrarse" acerca del negocio de la droga en sus disímiles variantes y sus ganancias millonarias. Aprenderían a negociar "la vida o la muerte", perdiendo así el respeto por la vida humana en aras de alcanzar una "existencia poderosa". Se harían aprendices del culto de la violencia.
¿Cabría en Cuba un renacimiento de Pablo Escobar?  Aquí se hacen cada vez más tangibles aquí los abismos diferenciales entre clases sociales. Y no es muy descabellado vaticinar  que a los jóvenes que hoy "viven por vivir" y consumen estos seriales podrían comenzar a emerger como zares de barrio, como capos de zona. Bien pudiera pronosticarse que, en cinco o diez años, las calles cubanas serán invadidas por pandillas, matones y traficantes en busca de la vía rápida de la violencia para llegar al poder que otorga el dinero.
En la actualidad,  en ciertos lugares y en algunos momentos de la noche o madrugada, quien deambula por estas calles podrá percibir que se respira un aire picante, una calma chicha  o  el estado previo a  una explosión. Bien pudiera parecernos que estamos en República Dominicana o en algún otro país centroamericano.
En una sociedad sedienta de cambios, el miedo a la represión es  un dique demasiado débil. Cada día son más las preguntas sin respuesta y menos las opciones viables para adolescentes y jóvenes. El sacrificio personal a favor de un régimen político sin futuro no está ni remotamente en sus planes. Lo cierto es que Pablo Escobar habita en la mente y en los corazones de un gran porciento de la juventud ociosa.