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quinta-feira, 17 de novembro de 2011

Ambulantes o caminantes

“Quiero una rosquita con merengue”, decía el niño de uniforme rojiblanco a un vendedor que no paraba de caminar de aquí para allá. Una banda de tela ancha le baja a éste desde los hombros y sostiene la caja de madera y acrílico repleta de panetelas, bizcochos y pasteles. Tony es el dulcero más conocido del barrio. Abrió su primer kiosco de confituras hace más de una década y ha pasado por todas las etapas del emergente sector privado en Cuba: el entusiasmo, el fastidio, los números que no cuadran y hasta la devolución de la licencia. Ahora vive un nuevo renacer junto a los 346 mil trabajadores por cuenta propia que –especialmente en el último año– se hacen notar por las calles de todo el país..."

"Sin embargo, en las letras pequeñas del contrato de “vendedor ambulante” no queda claro cuánto tiempo puede permanecer Tony parado en un mismo lugar. Cada inspector interpreta a su manera la estadía permitida a estos “dulceros nómadas” en un sitio . Así que, en lo que va de mes, nuestro emprendedor de barrio ha gastado tanto en pagar multas y en regalar magdalenas a esos implacables supervisores que los altos números de su licencia anterior se le han quedado chicos. Ahora, Tony tiene una fila de niños detrás pidiéndole una rosquita aquí, una empanada de hojaldre allá, sin poder detenerse. Camina desde la calle Boyeros a la presumida avenida 26 y se pregunta por qué este sector emergente tiene que quedar atrapado entre tantos absurdos, entre tantas limitaciones. Una decisión está tomando forma en su cabeza: la de pasar a formar parte de ese 25 % de cuentapropistas que ha cancelado definitivamente su licencia..."

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